domingo, 24 de mayo de 2009

De Franco a la LOGSE?

Elvira Lindo escribió la semana pasada un fantástico artículo en EL PAIS. Un artículo que le agradezco mucho, ya que, como ella misma propone, leído en voz alta (muy alta) exorciza algunas de las aflicciones que aquejan al docente moderno. Extraigo:

"La falta de disciplina, la dificultad de concentración, el desprecio a la memoria y las humanidades y los bajos resultados en matemáticas forman parte de un virus que, como esta gripe globalizada que padecemos, se extendió por todo el mundo. Aquí, el virus tomó distintos nombres, la LOECE, la LODE, la ESO, la LOGSE, pero todo viene de la misma cepa: entender que el conocimiento se podía adquirir aunque fuera disminuyendo, a cada reforma, el nivel de esfuerzo."

Pues sí, pues sí. Pero hay otros dos aspectos de la columna que me atraen más que la pataleta (por bien que siente). Por fin alguien llama a las cosas por su nombre, y denuncia a esos personajillos a los que cualquier mención a los modales, la educación y el buen comportamiento les suena a franquismo (que no franquinismo, ya quisieran...):

"¿Soy yo sola la que siente un cansancio infinito cuando en una conversación, por ejemplo, sobre la educación en España, intuye ese instante en que nuestro interlocutor se siente impelido a informarnos de que existió el franquismo y hubo curas, monjas y hostias y una sofocante educación religiosa y tirones de orejas, humillaciones gimnásticas y reyes visigodos, y que, aunque entiende que la enseñanza no está en sus mejores momentos, considera que siempre es mejor el desmadre actual que el autoritarismo de antaño?"

Precisamente el otro día, tomando café con mi director (a propósito, mi director es un clon de Kiko Veneno -verídico-), me comentaba que él se manifestó en sus días por abrir las puertas del instituto, para años mas tarde encontrarse conque tenía que cerrarlas por orden y mandato de la Consejería de Educación. Qué cosas...

Por supuesto, estoy en contra de cualquier tipo de castigo. Pero una cosa sí que les repito a los orientadores (los psicólogos) del centro cada vez que sale la conversación: estamos en educación secundaria; creo que tenemos derecho a pedir un mínimo de educación "de serie" a nuestros alumnos. No pienso perder tiempo de clase enseñándole a los nenes como tienen que sentarse, pidiéndoles que saquen la libreta, los libros, pasando revista a sus pertenencias, pidiéndoles que no chillen, que se sienten, que respeten el turno de palabra (y agradecido que estoy, ¿eh? que he estado en centros donde los alumnos hacían cosas mucho más perras en el aula)... Eso tiene que venir aprendido, o de casa, o de primaria. Lo que me lleva a preguntarme: si sé con seguridad lo que les han enseñado en casa (nada)... ¿qué les han enseñado en primaria?

Retomando. Que si los chavales y chavalas no tienen intención de comportarse de serie, pues hay dos opciones: o los inflo a partes disciplinarios hasta que son expulsados de 3 a 5 días (unas pequeñas vacaciones para el resto de compañeros y alumnos); o directamente QUE NO VENGAN A CLASE. Porque a sus compañeros y los profesores les resulta un ESFUERZO (sí, como el que comenta Lindo en su artículo) venir a clase, estudiar, preparar las clases, prácticas, tomar apuntes, levantarse temprano, venir con la mochila cargada de libros, etc... Si no se está dispuesto a realizar dicho esfuerzo, pues dedícate a otra cosa.

Y aquí viene la otra idea que aporta Lindo: el caso de la Promise Academy, en Harlem. en este instituto de barrio chungo de Nueva York, un grupo de profesores comprometidos (sí, amiguitos, existen!) propusieron UN CONTRATO LEGAL a sus alumnos y a sus padres. El claustro se comprometía a conseguir que los alumnos salieran del ghetto; los alumnos se comprometían a comportarse en clase, estudiar, vestirse adecuadamente para estar en un aula (no como si fueran a hacer surf o... otras ocupaciones), etc; y los padres se comprometían a que sus hijos no faltarían a clase, no estarían en la calle maleando, estudiarían en casa... Un poco como en Coach Carter.


Sinceramente, creo que dicho contrato no funcionaría en España. Por una razón muy sencilla: aquí la peña, o no quiere darse cuenta de que vive en un ghetto, o no quiere salir de él. Han sido 10 años de alumnos expulsados de los centros al cumplir por fin los 16 años que aparecen a los dos meses por el recreo conduciendo un Audi A3 porque ganan de peones en la construcción más que tú de profesor. Son demasiados años menospreciando el esfuerzo, el trabajo y la cultura desde todos los ángulos de la sociedad.

¿Lo peor de la ESO? La "O" (de OBLIGATORIA).

lunes, 18 de mayo de 2009

Intrusionándome.

Vaaamos allá.

Desde hace unos días se está debatiendo en el imprescindible blog de Pepo Pérez sobre el tema de la profesionalidad de los autores españoles. Sobre todo, sobre si ciertos autores que se dedican al cómic como actividad secundaria, es decir, que viven de otra cosa, se pueden o no considerar INTRUSOS en esta “industria”, como proponía originalmente Sergio Bleda.

A lo largo del debate se ha hablado de la actividad editora, en algunos casos de forma muy laxa, sobreentendiéndose que los editores españoles tienen en su mayoría un origen aficionado, y que muchas veces no son claros con los autores, cuando no intentan engañarles o menoscabarles directamente.

Bien, me voy a meter en camisa de 11 varas, o a tirarme piedras sobre mi propio tejado, como prefiráis.

Como algunos ya sabéis, hace un par de años formé parte de un proyecto editorial, Saturno Ediciones. Si sabéis de lo que hablo, benditos seáis. Y sí, mis dos compañeros y yo eramos unos aficionados. Con mucho amor por el medio y muchas ganas, pero unos aficionados. Me cuesta un poco hablar de esto porque, aunque hubo muchas causas para el fracaso de Saturno, me lo sigo tomando como algo personal.

Pues, claro, de vez en cuando, en los pocos Salones a los que pudimos asistir, se nos acercaba un autor novel ofreciéndonos un cómic propio. Y la verdad es que la mayoría tenían muy buena pinta, y en sintonía con el material que publicábamos. Pero siempre se llegaba al mismo escollo. Veréis, es que hay que explicar ciertas cosas.

Imaginaos que montáis una editorial. Y os mola el cómic de capa y espada. Entonces, revisáis el catálogo de una editorial afín a vuestros gustos y veis, por ejemplo, THE PORTENT, de Peter Bergting, una obra con muy buenas críticas, 140 páginas a color, recopiladas en un tpb con portada exclusiva y extras que incluyen pin-ups de Brom y Mike Weringo. Contactas con Image y acuerdas un precio por los derechos y los materiales. Luego, hay que traducirlo, rotularlo al español, registrarlo, imprimirlo y distribuirlo. La distribuidora liquida la tirada y os reintegra las ganancias.

Hay otra opción. Contactáis con un autor local que os guste, que su obra esté en consonancia con vuestros gustos y le ofrecéis que os haga una historia de esas 140 páginas, a color. Los gastos de rotulación y maquetación de pronto suben, porque tenéis que apañaros un diseño propio, pero bueno, compensan por la traducción. Y, claro, también hay que imprimirlo y distribuirlo, y esperar a que la distribuidora liquide para cobrar.

Para que sean igual de rentables ambas opciones, el autor local debería cobrar por esas 140 páginas a color lo mismo que han costado los derechos y los materiales de reproducción de la obra extranjera. Y señores... la diferencia es ABISMAL. Y para muestra: un dibujante español que actualmente está publicando en Francia nos ofreció publicar un cómic propio. Nos gustó mucho, y empezamos a negociar un precio. El hombre quería cobrar 100€ por página, un precio que se encuentra en la línea media-baja de lo que se cobra en Francia o en los USA. Hicimos cuentas y no era posible. Con lo que nos salía publicarle un cómic de 48 páginas podíamos o comprar los derechos de 4 tpbs americanos, o financiar uno de nuestros tomos entero (derechos, imprenta, etc.). Simplemente no era posible.

¿Deberíamos haber sido más valientes? Es una espinita que tengo/tenemos clavada. Pero una editorial no es una ONG. Es una empresa, creada con mucho amor por un medio, pero para ganar dinero. Y esto no es mercantilismo, es que SI NO GANAMOS DINERO SE ACABÓ LA EDITORIAL, así de sencillo. Vamos, como de hecho se acabó, jaja, ejem... no, no tiene gracia.

¿Dónde está el problema? Bueno, seguramente si hubiéramos tenido más ventas, habríamos tenido más margen de beneficios (cualquier margen mayor de cero ya es beneficio!) y nos hubiéramos lanzado a publicar a este autor y a unos pocos más. Pero las ventas son las que son. Tiradas muy reducidas (1500-2000 ejemplares), de cuyo beneficio la distribuidora se queda el 47% (¡y esto no es un robo, eh? ni mucho menos), lo que obliga a ajustar el precio para cubrir gastos con un porcentaje de ventas irrisorio. Y claro, la gente TIENE QUE COMPRAR LOS COMICS, que es la auténtica madre del cordero.

Porque como muy bien apunta Pepo, si en España hubiera un auténtico mercado del cómic, con un volumen aceptable de ventas, eso llevaría a la directa profesionalización de autores y editoriales, y de paso, de todos los mandos intermedios: traductores, maquetadores, articulistas, etc.

En fin, ya he llorado suficiente.

Un saludo!

sábado, 16 de mayo de 2009

Amo a mi mujer / Carpe Diem

Bueno, peña, es oficial: ACABO DE COMPRAR EL BILLETE DE AVIÓN PARA AVILÉS 2009.

Me gustaría poder decir que mi maquiavélico plan para engañar a mi señora ha funcionado (...acabo de sonar como un puto calzonazos... ¡bah, paso!), pero en realidad han sido circunstancias personales bastante dolientes las que han hecho que ambos los dos reescribamos nuestro manual del quehacer diario.

¡Eh, eh, QUE NO NOS DIVORCIAMOS, NI NOS SEPARAMOS, NI NA DE NA, HOMMMBRE!

Simplemente son cosas de las que ahora mismo no me apetece hablar en el blog. Más adelante, quizá.

A propósito, va a ser una visita relámpago, viernes-domingo, yastá. Así que tendrá que ser relampagueantemente intensa, jiu, jiu, jiu...

¿La personita? Pa comésela enterita con patatas, gracias por preguntar.

Nos vemos en septiembre...

miércoles, 13 de mayo de 2009

Firmas, firmas.

Esto parece el segundo blog de Kyko Duarte, pero es que mi devoción es mucha.

En fin, el pasado viernes 8 de mayo, de 7 a 9 de la tarde, la parejita, Miki&Duarte estuvieron firmando ejemplares de su libro "Y riete de las Crisis" (no, no va de superhéroes) en el stand de la Librería Luces de la Feria del Libro de Málaga.

Servidor, su media naranja y la personita, amén de más peña interesante, fuimos testigos del devenir de gente que se acercaba con su ejemplar recién comprado buscando una dedicatoria. Un devenir quizá escaso a ojos que han visto kilométricas colas de firmas en Salones del Cómic varios, pero constante y, sobre todo, diverso (padres, niños, abuelos, gente desvinculada del mundo de los tebeos).

Un par de afoticos:


Jejeje, me parece que es evidente quien es el guionista y quien el dibujante, ¿verdad?


Chaus!

lunes, 4 de mayo de 2009

Bajo la pizarra 2.

A través de mi director me llega esta carta dirigida al Diario de Cádiz (sección cartas al director) por un inspector de educación. No tiene desperdicio:

Señores padres con hijos en la ESO.

Jaime Martinez Montero:

Lo que más sorprende a los especialistas extranjeros que visitan nuestros institutos es el mal comportamiento de los alumnos en el aula, la confianza de amigachos que preside su relación con los profesores (siempre con el tú por delante), lo escandalosos que son y el descuido con el que tratan el material que se pone a su disposición. Si los visitantes son coreanos o japoneses, la impresión les puede provocar un shock. No es fácil conseguir mejoras significativas en los resultados escolares. Pero, desde luego, si no se aborda con seriedad y decisión el cambio del comportamiento de los alumnos, poco se puede conseguir. Para que el alumno pueda rendir en clase es preciso que, en primer lugar, atienda y, en segundo lugar, que lo dejen atender. Es el requisito previo, como lo es comprar un décimo para que te toque la lotería. Muchas de las correcciones que se ponen en marcha para atajar este mal son poco compartidas por los padres de las criaturas, que optan más por la impunidad de sus hijos que por su educación. Parece como si la mala conciencia del poco caso que les hacen la pudieran salvar poniéndose incondicionalmente de su lado a la mínima dificultad con la que tropiezan en el instituto. Se ha llegado a una situación en la que no producen alarma y se dejan pasar comportamientos intolerables. Los que narro a continuación los he visto yo visitando aulas, exhibidos por mozalbetes de trece, catorce o quince años, mayoritariamente varones, y sabiendo ellos que yo era el inspector.

Están los que no reprimen las exigencias de su cuerpo por pequeñas que éstas sean. Así, uno bosteza de la forma más larga y ostensible que se pueda imaginar, desperezando todo el cuerpo. Otro se rasca y hurga, a modo, en axilas, ingle, nariz y oído. El de más allá está prácticamente tumbado en su silla, en una postura en la que alcanzar el tablero de la mesa para leer o escribir es francamente imposible. Hasta a alguna parejita he debido mirarla con reprobación para impedir no sólo que hicieran manitas, sino hasta que fuera algo más lejos. Repito: todo esto mientras el pobre profesor (o profesora, porque como corresponde a la condición humana, suelen ser más groseros y aprovecharse más de quien juzgan que es más débil) intenta explicar su lección o corregir un ejercicio. ¿Y los padres? ¿Qué ocurre cuando se sanciona a sus hijos y se les comunica el castigo? Pues en muchos casos se ponen de su lado, exigen datos y pruebas como si la vida escolar y sus procedimientos disciplinarios fuesen un juicio por la vía penal. Les hacen ver a sus vástagos que su centro de educación y enseñanza actúa arbitrariamente, que persigue sin motivo a sus alumnos, que emprende procedimientos sancionadores contra ellos sin argumentos ni hechos: un día, sin que haya ocurrido nada, los profesores y el equipo directivo acuerdan porque sí sancionar a unos pobres inocentes, e inician procedimientos muy costosos, que requieren mucho trabajo extra y que les van a traer a los que los emprenden un sin fin de preocupaciones.

Señores padres: no es sensato creer antes a los propios menores implicados que a adultos expertos en problemas de disciplina como son los profesores. Los docentes son imparciales (por supuesto, más que los mismos menores o que ustedes), conocen bien a los chicos porque a lo largo de su vida profesional han tratado a miles de ellos, y saben calibrar la trascendencia de las acciones de los que ocupan las aulas porque, además de que se les prepara para ello, tienen la experiencia de haber pasado ya por cientos de casos anteriores.

Señores padres: no deben enseñar a sus hijos de qué manera pueden salir indemnes o cómo se pueden librar de las consecuencias de conductas inadecuadas, sino a que asuman sus responsabilidades, a que corrijan lo que hayan hecho mal, a que acepten los castigos que se les impongan, a que tengan confianza en los profesores y en los centros en los que están escolarizados. Porque, señores padres, no hay mayor despropósito que ayudar a sus hijos a que queden por encima de su profesor y de su instituto.

Señores padres: a sus hijos no les quedan tantos años para enfrentarse a la vida. Enséñenles también a tolerar la pequeña injusticia, el posible error. Porque en el mundo adulto van a encontrar muchas más arbitrariedades de las que puedan sufrir en la escuela. Déjenles bien claro que a sus profesores no les pagan para aguantarlos y reírles las gracias, sino para educarlos. Sus profesores son, para ellos, el anticipo de lo que luego, en el ámbito laboral, van a ser los jefes. Y, como decía Bill Gates, si cree que su profesor es duro con él, que espere a tener un jefe. Éste no va a tener ni la paciencia ni la vocación de su docente.

Señores padres: un viejo consejo decía: "Si vas a sufrir una operación peligrosa, deja todos tus papeles y todos tus asuntos en regla. Es posible que sobrevivas". Aplíquense el espíritu del anterior dicho. Queremos su colaboración y su ayuda para conseguir la mejor educación de sus hijos. Pero no para hacerle la vida más fácil a los docentes. Al fin y a la postre, lo más que convive un profesor con ellos es, durante algún año, dos o tres horas a la semana. Lo queremos porque en última instancia son ustedes los que van a tener que soportarlos durante toda su vida.

Enlace al artículo.