Vaaamos allá.
Desde hace unos días se está debatiendo en el imprescindible blog de Pepo Pérez sobre el tema de la profesionalidad de los autores españoles. Sobre todo, sobre si ciertos autores que se dedican al cómic como actividad secundaria, es decir, que viven de otra cosa, se pueden o no considerar INTRUSOS en esta “industria”, como proponía originalmente Sergio Bleda.
A lo largo del debate se ha hablado de la actividad editora, en algunos casos de forma muy laxa, sobreentendiéndose que los editores españoles tienen en su mayoría un origen aficionado, y que muchas veces no son claros con los autores, cuando no intentan engañarles o menoscabarles directamente.
Bien, me voy a meter en camisa de 11 varas, o a tirarme piedras sobre mi propio tejado, como prefiráis.
Como algunos ya sabéis, hace un par de años formé parte de un proyecto editorial, Saturno Ediciones. Si sabéis de lo que hablo, benditos seáis. Y sí, mis dos compañeros y yo eramos unos aficionados. Con mucho amor por el medio y muchas ganas, pero unos aficionados. Me cuesta un poco hablar de esto porque, aunque hubo muchas causas para el fracaso de Saturno, me lo sigo tomando como algo personal.
Pues, claro, de vez en cuando, en los pocos Salones a los que pudimos asistir, se nos acercaba un autor novel ofreciéndonos un cómic propio. Y la verdad es que la mayoría tenían muy buena pinta, y en sintonía con el material que publicábamos. Pero siempre se llegaba al mismo escollo. Veréis, es que hay que explicar ciertas cosas.
Imaginaos que montáis una editorial. Y os mola el cómic de capa y espada. Entonces, revisáis el catálogo de una editorial afín a vuestros gustos y veis, por ejemplo, THE PORTENT, de Peter Bergting, una obra con muy buenas críticas, 140 páginas a color, recopiladas en un tpb con portada exclusiva y extras que incluyen pin-ups de Brom y Mike Weringo. Contactas con Image y acuerdas un precio por los derechos y los materiales. Luego, hay que traducirlo, rotularlo al español, registrarlo, imprimirlo y distribuirlo. La distribuidora liquida la tirada y os reintegra las ganancias.

Hay otra opción. Contactáis con un autor local que os guste, que su obra esté en consonancia con vuestros gustos y le ofrecéis que os haga una historia de esas 140 páginas, a color. Los gastos de rotulación y maquetación de pronto suben, porque tenéis que apañaros un diseño propio, pero bueno, compensan por la traducción. Y, claro, también hay que imprimirlo y distribuirlo, y esperar a que la distribuidora liquide para cobrar.
Para que sean igual de rentables ambas opciones, el autor local debería cobrar por esas 140 páginas a color lo mismo que han costado los derechos y los materiales de reproducción de la obra extranjera. Y señores... la diferencia es ABISMAL. Y para muestra: un dibujante español que actualmente está publicando en Francia nos ofreció publicar un cómic propio. Nos gustó mucho, y empezamos a negociar un precio. El hombre quería cobrar 100€ por página, un precio que se encuentra en la línea media-baja de lo que se cobra en Francia o en los USA. Hicimos cuentas y no era posible. Con lo que nos salía publicarle un cómic de 48 páginas podíamos o comprar los derechos de 4 tpbs americanos, o financiar uno de nuestros tomos entero (derechos, imprenta, etc.). Simplemente no era posible.
¿Deberíamos haber sido más valientes? Es una espinita que tengo/tenemos clavada. Pero una editorial no es una ONG. Es una empresa, creada con mucho amor por un medio, pero para ganar dinero. Y esto no es mercantilismo, es que SI NO GANAMOS DINERO SE ACABÓ LA EDITORIAL, así de sencillo. Vamos, como de hecho se acabó, jaja, ejem... no, no tiene gracia.
¿Dónde está el problema? Bueno, seguramente si hubiéramos tenido más ventas, habríamos tenido más margen de beneficios (cualquier margen mayor de cero ya es beneficio!) y nos hubiéramos lanzado a publicar a este autor y a unos pocos más. Pero las ventas son las que son. Tiradas muy reducidas (1500-2000 ejemplares), de cuyo beneficio la distribuidora se queda el 47% (¡y esto no es un robo, eh? ni mucho menos), lo que obliga a ajustar el precio para cubrir gastos con un porcentaje de ventas irrisorio. Y claro, la gente TIENE QUE COMPRAR LOS COMICS, que es la auténtica madre del cordero.
Porque como muy bien apunta Pepo, si en España hubiera un auténtico mercado del cómic, con un volumen aceptable de ventas, eso llevaría a la directa profesionalización de autores y editoriales, y de paso, de todos los mandos intermedios: traductores, maquetadores, articulistas, etc.
En fin, ya he llorado suficiente.
Un saludo!